Los viernes, Amélie va al cine. "Me gusta mirar hacia atrás en la oscuridad y ver la cara de los espectadores. También me gusta descubrir los detalles que nadie más ve. En cambio odio las viejas películas en las que el conductor nunca mira a la carretera."
Amélie no tenía un hombre en su vida, lo había intentado pero el resultado nunca había estado a la altura de sus espectativas. En cambio cultiva el gusto por los pequeños placeres; hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quedamo de la crema catalana con la cucharilla, y hacer rebotar las piedras en el canal Sant Martin.

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