Julián escribió una vez que las casualidades son las cicatrices del destino. No hay casualidades, Daniel. Somos títeres de nuestra inconsciencia. Las personas estamos dispuestas a creer cualquier cosa antes que la verdad. Hay peores cárceles que las palabras. Él me había dicho alguna vez que un relato era una carta que el autor se escribe a sí mismo para contarse cosas que de otro modo no podría averiguar. Hacía tiempo que Julián se preguntaba si había perdido la razón. ¿Sabe el loco que está loco? ¿O los locos son los demás, que se empeñan en convencerle de su sinrazón para salvaguardar su existencia de quimeras?

No hay comentarios:

Publicar un comentario