-Creo que podré acostumbrarme a esto -le dije.
-No me digas que has superado tus habituales recelos contra el baile.
-Bailar no es tan malo, al menos no contigo, pero estaba pensando más en esto -me apreté aún más contra él-. Y en no dejarte escapar nunca más.
-Nunca -prometió él, y se inclinó para besarme.



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